Las pinturas actuales se componen de dos capas: la propia pintura y otra más superficial y transparente, la laca.
Mediante el proceso de pulido del coche eliminamos la superficie deteriorada y devolvemos el brillo original al vehículo, que vuelve a lucir como nuevo. Esta técnica también permite la eliminación de arañazos superficiales que se encuentran en esta capa de laca y no hayan trascendido a la capa de pintura.
Un protector cerámico o coating se convierte entonces en el complemento ideal, pues supone una capa extra de protección (invisible) para mantener el brillo obtenido, con una alta capacidad para repeler la suciedad, los excrementos de aves, lluvia, etc.